Aparición fantasmal que persigue a la iglesia gótica abandonada en el cementerio brumoso
Una densa niebla cubre el campo abandonado, donde el viento aúlla como un coro de almas perdidas. Asomándose bajo un turbulento cielo rojo sangre hay una iglesia gótica que se desmorona, su antaño gran aguja ahora retorcida y coronada con una cruz de hierro al revés. Las nubes se agitan siniestramente arriba, arremolinándose como una tormenta que está a punto de abrir la realidad misma. En lo alto del techo de la iglesia se encuentra una aparición pálida en forma de mujer envuelta en un vestido blanco que fluye y que nunca se mueve con el viento. Su rostro no tiene rasgos distintivos, brilla débilmente, y observa en silencio el cementerio desolado de abajo. El número 666 está manchado a través de las antiguas paredes de piedra de la iglesia en lo que parece ser sangre seca, agrietada y goteando. Los árboles enredados rodean los terrenos, sus extremidades arañan el cielo como manos esqueléticas, algunas de sus caras de corteza retorcidas en expresiones de gritos silenciosos. El cementerio está lleno de lápidas rotas y ataúdes parcialmente desenterrados, como si algo arañara su salida. Una puerta de hierro oxidada cruje sin cesar sobre sus bisagras, abriéndose y cerrándose sin viento. Los débiles susurros resuenan en las sombras, y extraños símbolos se queman en la hierba muerta. En algún lugar a lo lejos, suena una campana, aunque la iglesia no tiene campana.

Roy