Un retrato de un distinguido hombre marroquí con un atractivo atemporal
Un hombre marroquí de unos cuarenta años con un hermoso rostro y ojos negros que reflejan la sabiduría y las experiencias de la vida. Tiene una barba de longitud media que agrega un toque de dignidad y masculinidad a su apariencia general. Su cabello es corto, bellamente blanco y negro, agregando un toque distinguido y sofisticado. Su piel es lisa e impecable, con un brillo saludable que sugiere un buen cuidado personal. Logra un equilibrio entre el atractivo maduro y un encanto juvenil atemporal, lo que lo convierte en una presencia convincente y notable

Henry